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4.1    De la cárcel a la vida clandestina

4.2    El eslabón entre el partido interior y el exilio

4.3    Ramón y Emilia, mucho más que dos

4.4    La represión de nuevo

4.5    El grupo de Sevilla y los jóvenes universitarios

4.6    El puente entre dos generaciones

4.7    “Conocí a Pablo…” Nace el mito Rubial
  4.4 La represión de nuevo
 

El resurgir de la lucha sindical

El sindicato único, el Sindicato Vertical, ejerció un duro control sobre la clase trabajadora. Aún así, en los años cuarenta surgieron manifestaciones contrarias al régimen impulsadas por las fuerzas que habían perdido  la guerra. Dentro de las numerosas huelgas que hubo en aquellos años, sobresalió la del Primer de Mayo de 1947 en Bizkaia. Convocada por el Consejo de la Junta de la Resistencia, sindicatos y partidos políticos de la clandestinidad; se puede afirmar que es la última gran protesta más o menos unitaria con la esperanza de recuperar la legalidad del régimen republicano. Fue el último grito de la “vieja oposición”.

Con el reconocimiento de la Dictadura por la comunidad internacional, las fuerzas opositoras vieron oportuno rediseñar las estrategia contra el régimen. Moviéndose inmersos en la ilegalidad y habiendo descartado la lucha armada, la nueva táctica era la de huelga general; vista por el PCE como el único instrumento que podía provocar la caída pacífica del régimen franquista.

A partir de 1951, las convocatorias de huelga aumentaron y el apoyo ciudadano también. En Barcelona, en 1951, unas 400.000 personas secundaron la huelga de los tranvías haciendo un boicot masivo a los transportes como protesta a la subida de las tarifas. Su éxito fue prolongado a otras ciudades del país con la huelga blanca, consistente en no utilizar los transportes y exigir la rebaja de sus precios.

A partir de aquel año, se tomaron de referencia estas respuestas populares como medida eficiente para luchar contra la Dictadura. Nació una nueva generación obrera que poco tenía que ver con la anterior a la guerra civil. El régimen sucumbía a algunas de las peticiones con el fin de reducir la protesta, pero luego respondía con una dura represión.

 

 

 

La Huelga de Tranvías de Barcelona, marzo de 1951

 

 

“La nueva oposición”

En 1956, el PCE planteó un cambio en la concepción de la lucha antifranquista: la política de reconciliación nacional, una apuesta por superar las diferencias nacidas en la guerra civil entre las distintas fuerzas contrarias a la Dictadura y aunar energías para restaurar la democracia de forma pacífica. La huelga sería concebida como una medida imprescindible para lograr tal objetivo.

Siguiendo con el cambio de estrategia, el PCE y el PSUC convocaron una jornada de reconciliación nacional el 5 de mayo de 1958. Y en 1959, comunistas, el MSC, los sindicatos de estudiantes FLP y ASU convocaron una huelga nacional pacífica. Debido a la represión de los últimos años, ambas iniciativas no tuvieron mucho éxito, pero latieron en el corazón de la resistencia.

Parte de la Iglesia se sensibilizó con las injusticias sociales. Nacieron organizaciones obreras cristianas como las Hermandades Obreras de Acción Católica, en 1948. Junto con los comunistas y Juventud Obrera Cristiana, impulsaron la Oposición Sindical Obrera, embrión de lo que serían las Comisiones Obreras. Con gran apoyo en Asturias, Madrid, Cataluña y el País Vasco, adquirieron mucha importancia a partir de 1962, solidarizándose con los represaliados y penetrando en los comités de empresa. A finales de los 60 se consolidaron como el sindicato de lucha antifranquista de referencia en el país. La potencia y el gran seguimiento que tuvieron las CC.OO. obligaron al sindicato UGT a reformularse.  

Las Comisiones Obreras apostaron por la táctica del “entrismo”;  aprovechando los intersticios del sistema de representación vertical (Sindicatos Verticales), se fueron haciendo con el liderazgo del nuevo movimiento de trabajadores desde la misma entraña del Estado. Uno de sus fundadores y primer Secretario General, Marcelino Camacho, defendía este modelo de actuación basado en las experiencias de los consejos obreros de los países del Este. Otro histórico miembro de las CCOO fue José María Pastor, conocido como el Padre Llanos. Este antiguo sacerdote falangista era partidario de construir una Iglesia cercana al pueblo.

 

 

En 1960, la UGT, la CNT y los nacionalistas ELA-STV formaron la Alianza Sindical. Por otra parte, la UGT impulsó la creación de los Comités de Empresa y que los trabajadores pudieran participar. A partir de 1962, el nuevo movimiento obrero empezó a tener cada vez menos miedo de salir a la calle. Las huelgas ya formaban parte de la vida laboral de los ciudadanos. Ante la represión, los ciudadanos respondían con otra huelga.

En las huelgas asturianas de 1962 y 1963 participaron miembros de la FSA, UGT, CNT, USO y CCOO; 70.000 obreros bloquearon por completo la producción industrial. En 1966, hubo otra huelga que hizo temblar al régimen: “la Huelga de Bandas”. El 30 de octubre de 1966, los trabajadores de Laminación de Bandas en Frío S.A. de Etxebarri se declararon en huelga debido a la rebaja de primas y el aumento de las horas de producción. A las tres semanas de paro, la empresa despidió a 560 trabajadores de un total de 960 que tenía.

Las acciones del movimiento sindical y universitario empezaban a herir profundamente a la Dictadura. Entre 1967 y 1969, el régimen franquista acentuó los instrumentos represivos hacia los movimientos clandestinos, con más persecución, detenciones y castigos “ejemplares”.

En 1970 el movimiento huelguístico se manifestó contra el proceso de Burgos. El 3 de diciembre de 1970 fueron juzgados dieciséis miembros de ETA acusados de la muerte de tres personas: Melitón Manzanas, jefe de la Brigada de Investigación Social de la comisaría de San Sebastián; José Pardines Arcay, agente de la Guardia Civil, y el taxista Fermín Monasterio Pérez. Fue el Proceso de Burgos, en que la sentencia dictó seis penas de muerte y 752 años de cárcel para los procesados, hecho que provocó manifestaciones de rechazo a la condena en las calles españolas y en distintas ciudades europeas. 

 

 

 
Mineros asturianos en 1962

 

Los condenados a muerte en el Proceso de Burgos: Teo Uriarte, Jokin Gorostidi, Xabier Izko de la Iglesia, Mario Onaindia, Javier Larena y José María Dorronsoro

 

 
 
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