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4.1    De la cárcel a la vida clandestina

4.2    El eslabón entre el partido interior y el exilio

4.3    Ramón y Emilia, mucho más que dos

4.4    La represión de nuevo

4.5    El grupo de Sevilla y los jóvenes universitarios

4.6    El puente entre dos generaciones

4.7    “Conocí a Pablo…” Nace el mito Rubial
  4.6 El puente entre dos generaciones, la vieja y la nueva izquierda
 

 

La vieja oposición había quedado huérfana de liderazgo en la clandestinidad. Los referentes de la II República desaparecían año tras año.

La oposición juvenil universitaria dio un giro a las convicciones de la vieja oposición. Junto a la coyuntura internacional, los hechos invitaron a la reflexión a quienes anhelaban adaptar su ideología y praxis política: la “nueva oposición” había impuesto una nueva manera de hacer. Antes de la Primavera de Praga de 1968, desde Moscú se impusieron las directrices a todas las demás repúblicas soviéticas, materializándose en el tratado de colaboración y asistencia mutua del Pacto de Varsovia, en 1955. Y, sobretodo, años antes hubo un retroceso en los derechos colectivos: el 13 de enero de 1950 se restableció la pena de muerte en la Federación. Con todo, hubo países que deseaban aplicar su propia adaptación del socialismo; como los ejemplos de la Revolución Húngara, en 1956, y la Primavera de Praga de 1968, que reflejaron las ansias de libertad bajo un ideario popular e independiente. El desencanto del comunismo en la izquierda europea crecía con las decisiones imperialistas que tomaba la URSS, desembocando en una profunda crisis de conciencia. 

El PCE, a través de su secretario General, Santiago Carrillo, condenó la invasión de Checoslovaquia en 1968. Y, desde el Partido Comunista francés e italiano se vio necesario repensar la ideología desde una perspectiva europea. El eurocomunismo surgió como una adaptación a la realidad social y democrática del continente europeo. Por otro lado, tras el Mayo Francés, se abrió la brecha de la escisión en el panorama político.

De esta manera, los partidos de izquierda españoles concluyeron que era indispensable refundar rasgos que venían desde los años treinta para allanar el camino a una esperanzada democracia. La decisión fue amparada por las organizaciones políticas a nivel internacional. Mientras el PCE daba la mano al eurocomunismo; el PSOE, por su parte, se desenmoheció abrazando a la socialdemocracia, asesorado por líderes europeos de la talla de Willy Brandt.

 

 
 
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