A inicios de 1937, debido a su situación estratégica de gran potencial armamentístico e industrial, Bizkaia fue el objetivo principal del Ejército Nacional para retomar el control de la guerra. El 31 de marzo se inició una dura ofensiva con más de 50.000 hombres al mando del General Mola. A éste se le sumaron los refuerzos de la Brigadas italianas de las “Flechas Negras” y  “23 de Marzo”; contando con la inestimable colaboración de 200 aviones de la Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria italiana. La ayuda italo-germánica al Ejército Nacional, incumpliendo el Pacto de No Intervención del 8 de agosto de 1936, fue decisiva para ganar la guerra.

Con la caída del “Cinturón de Hierro”, el 19 de junio de 1937, Bilbao fue tomada por los Nacionales. En aquel momento, las tropas socialistas y comunistas apostaron por la destrucción de la industria de Bilbao; de ésta manera, los sublevados no se hubieron apoderado del aprovisionamiento ni la producción armamento. Pero, por contra, la dirección del Partido Nacionalista Vasco no aprobó tal decisión y el mejor arsenal del país quedó al servicio del ejército de Franco.
El Ejército Nacional siguió con la ofensiva del Frente Norte: el 16 de agosto, los rebeldes entraron en Reinosa; el 24 de agosto, cayó Torrelavega y cortaron las comunicaciones con Asturias en Barreda, Cantabria. El 26 de agosto, conquistaron Santander y, el 20 de octubre la ciudad de Gijón fue derrotada.

Cinturón de Hierro, 1937