La Transición Democrática se caracterizó por un impulso social irrefrenable de la sociedad española hacia un nuevo régimen de derechos y libertades. Había que sustituir la vieja legalidad franquista por otra de nueva, fundamentada sobre principios democráticos. Ramón Rubial, Presidente del PSOE en España, y, al cabo de dos años fue Presidente del Consejo General Vasco, estuvo de nuevo al frente de estos cambios políticos. Se mantuvo fiel a su estilo de propiciar el cambio político a través del esfuerzo colectivo; de esta manera, dejó de nuevo su huella en este periodo histórico. Colaboró, con la legitimidad que su pasado le concedía, en la noble tarea de refundar España y de reconstruir Euskadi, inspirando una política de reconciliación.
Apostó por un acuerdo sin vencidos ni vencedores. Su compromiso con el futuro animó el espíritu de la época, y el nuevo orden social debía de abrirse camino de forma incruenta y pactada: “Una generación como la mía, que casi está ya caduca, ha dejado unas secuelas que hay que borrar. Hay que observar el hecho de la Guerra Civil como un hecho histórico. No puede haber ni vencedores ni vencidos. Esta es una de las bases que debemos dejar bien sentadas con el fin de que no fructifiquen las secuelas y paralicen la buena marcha del país, que necesita el esfuerzo y la solidaridad de todos. Esta generación cumplió en su momento con las armas en la mano y ahora tiene que cumplir con las armas de la inteligencia, para que en España la libertad no sea como las olas del mar…” (Ramón Rubial, 1986)
Entrevista a Ramón Rubial durante el XXVII Congreso del PSOE, El Socialista, diciembre de 1976
Ramón y su apuesta por olvidar el conflicto armado
Rubial decidió poner el marcador a cero, no rendir cuentas al pasado. La generación que perdió la guerra sabía que comenzaban una nueva etapa y se abría la posibilidad de vivir en libertad. La voz de Rubial en este momento, tras 20 años de cárcel a sus espaldas y otros veinte de clandestinidad, tuvo un gran peso moral y político entre sus compañeros del PSOE. Fue muy consciente de que no se podía perder esta nueva oportunidad que se presentaba. Creyó necesario integrar, avanzar todos juntos, sin aversiones, y no cometer los errores de un pasado que recuerda fraticida y sangriento:“Reconozco que resulta muy difícil aconsejar paciencia a un pueblo con problemas y dificultades; soy consciente de que establecer una democracia con bases falsas, como son la falta de trabajo y las necesidades económicas, resulta dificultoso, pero también creo que debemos tener fe, debemos mirar retrospectivamente para no recaer en un año 36 que nos traería penas mayores que las que ahora hemos de llevar adelante. Estoy firmemente convencido que todos unidos, con nuestro esfuerzo, nuestro sacrificio y nuestra fe, vamos a alcanzar las metas deseadas. Tengamos fe en el futuro, ese futuro en paz y libertad que vamos a intentar alcanzar cuanto antes y que podrán disfrutar nuestros hijos”.
Ramón Rubial en 1976
Aceptó la reforma antes que la ruptura
El 15 de junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones generales. Las elecciones no fueron un cuadro representativo del electorado del país, ya que había partidos todavía ilegales, pero sí era un primer indicio de que algo estaba cambiando. Ramón Rubial confesó su alegría al ver la candidatura socialista:“Todo el tiempo que he estado en las cárceles, en la clandestinidad… Ha tenido un fruto extraordinario el 15 de junio. Si no hubiera sido así, me sentiría pesaroso, pero el haberlo conseguido significa mi mayor orgullo”. La fe y credibilidad en el cambio se materializarían, entre otros avances ,en la anhelada Amnistía de los presos del franquismo, dictada el 14 de octubre de 1977, y, en la celebración de las Elecciones Generales.
Rubial durante la campaña para las Elecciones Generales de 1977
Las votaciones de la Carta Magna, El Correo Español-El Pueblo Vasco, 6-7-8 de diciembre de 1978
Rubial se mostró partidario de una Constitución que para él daba crédito a una plena democracia: “Creo que de una forma digna hemos desatado las trabas de la dictadura y que la Constitución es el paso fundamental para consolidar la democracia en nuestro país. El articulado permite que, con un Parlamento progresista, se pueda hacer una política de transformaciones importantes” (El Correo Español-El Pueblo Vasco, 2 de diciembre de 1978).
¿Reforma o ruptura?
Una atmósfera de misterio rodea a la generación que luchó en la posguerra desde la cárcel o el exilio y tuvo que aceptar una monarquía a finales de los años setenta. Se apostó por la solución de "poner el marcador a cero" y cerrar una etapa. Y así fue, Rubial defendió la vía de la reforma, como resultado de un consenso plasmado en la elaboración de la Constitución. No obstante, en 1988, entrevistado por Manu Leguineche en ETB, confesó que "era partidario de la ruptura" y que de esta manera "hubiera precipitado más" el cambio en España:
En nombre de las víctimas del franquismo
Rubial en 1988: "Fui partidario de la ruptura"
Ramón no se olvidó de los que sufrieron cárcel y persecución y no pudieron conocer la libertad. Aprovechó aquel momento de gloria para reivindicar el compromiso y sacrificio de todos sus compañeros de cárcel y de clandestinidad, de los represaliados y de todos los que no habían llegado a vivir la libertad que se inauguraba. Habló por ellos y reconocía: “Nunca he acumulado odios, ni he acumulado inquinas. No es mi manera de ser. Tenía una preocupación: pensar que la mayoría de las gentes que habían estado en la cárcel pudiesen albergar el deseo de llegar a una especie de reivindicación por lo que había ocurrido en sus familias –muchos habían perdido a todos sus seres por esa manera tan cruenta en que se llevó la guerra civil-, pero en el período de transición se ha visto que todo aquello ha quedado un poco tapado y no se ha llevado a la realidad en deseo que se manifestaba en el seno de las cárceles”(La Gaceta del Norte, 1976)
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