En 1976, comenzó una etapa en la que el histórico socialista y líder del movimiento obrero se convierte en una figura emblemática del socialismo español. Su carisma de hombre tolerante y sacrificado, coherente con sus ideas, de un hombre que vivió en primera línea todas las vicisitudes de la historia de España del siglo XX, hicieron que Ramón fuera visto como un ejemplo para las nuevas generaciones de socialistas. Por todo esto, Ramón Rubial fue proclamado presidente del Partido Socialista Obrero Español en 1976, en un contexto previo a la legalización del PSOE, con la muerte del dictador todavía reciente y en el marco del XXVII Congreso del PSOE, el primero en el Interior después de 32 años. Se reconocía así una trayectoria ejemplar iniciada hacía ya 53 años, en el lejano año de 1923.

Lentxu Rubial define qué significó la figura del militante Ramón Rubial para tres generaciones de socialistas:

Lentxu Rubial: "Mi padre ha sido visto como un puente entre dos generaciones de socialistas"

Ramón representaba el mejor legado del socialismo español: luchador contra el fascismo en los años treinta, perseguido y encarcelado por sus ideales durante el franquismo; exiliado y activista en el periodo de clandestinidad. Demostró una paciencia histórica propia de los políticos de una época en la que se confiaba en el progreso inevitable de una sociedad más justa e igualitaria.

Carnet de Senador de Ramón Rubial

La autoridad de Ramón Rubial

Alfonso Guerra definió la Presidencia de Ramón como “la autoridad del pragmatismo socialista. (…) La sabiduría de la vida la tiene muy aprendida y, además, sabe transmitirla a las generaciones que no hemos vivido otras épocas. Esto le da una autoridad creciente en el Partido. Siempre ha habido conflictos importantes, con militantes o grupos de militantes, la Ejecutiva ha dicho que sólo lo puede resolver Ramón, por esa autoridad, por esa legitimidad…”

Enrique Múgica por su parte, destacó la sinceridad y humildad que encarnaba el veterano Presidente del Partido Socialista: “Ramón conserva en la Ejecutiva los principios de austeridad, de la discusión franca y democrática, de la igualdad entre todos los compañeros, del mantenimiento de la disciplina… Todo ello dentro de un clima de moderación, fruto de su experiencia política. «Las precipitaciones –solía decir- llevan al aventurerismo y a las consecuencias que todos conocemos». La cautela y la prudencia son otras de sus virtudes”.