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03/05/2017 | Categoría: CONFERENCIA | Autor: Mª JESUS SAN JOSE | 0 Comentarios
TRABAJO DECENTE
TRABAJO DECENTE
CONFERENCIA EN LA FUNDACIÓN RAMÓN RUBIAL 3 DE MAYO DE 2017
Saludos
INTRODUCCIÓN
Al hablar de Trabajo Decente la primera cuestión que se suele tratar es la propia idoneidad del nombre, pues aunque tendemos a identificar trabajo y empleo hay una diferencia sustancial entre uno y otro.
Como trabajo denominamos el conjunto de actividades que son realizadas con el objetivo de alcanzar una meta, la solución a un problema o la producción de bienes y servicios para atender las necesidades humanas, pero son tareas que no necesariamente aportan a quien lo realiza una retribución económica. A todos se nos ocurren multitud de ejemplos de trabajos, que suponen una actividad física o intelectual, que no son remunerados: desde las labores domésticas, a la práctica de cualquier deporte o los trabajos voluntarios son algunos de ellos.
El empleo es el trabajo remunerado. Es un concepto más moderno que el de trabajo y está ligado al contrato entre empresario y trabajador o entre un profesional y su cliente y nace ligado a la industrialización.
El adjetivo calificativo decente expresa según una de sus acepciones cantidad y calidad adecuada de algo, en este caso puede considerarse sinónimo de digno: algo suficiente, decoroso. En los informes de Naciones Unidas relacionados con el Desarrollo Humano se recoge expresamente que “el trabajo decente ha proporcionado a las personas un sentido de dignidad y la oportunidad de participar plenamente en la sociedad”
Permitirme esta digresión para concluir que, aunque el término acuñado por la Organización Internacional del Trabajo es el de Trabajo Decente, hay muchos expertos que prefieren hablar de Empleo Digno.
En cualquier caso en el título de mi charla he respetado el término de la Organización Internacional del Trabajo, aunque a largo de ella pueda referirme, también, al empleo digno. Por otra parte no en vano nuestro Departamento lleva el nombre de Departamento de Trabajo y Justicia, como el estamento mundial laboral que es la oficina Internacional de Trabajo.
El concepto Trabajo Decente procede del título de la memoria que en 1999 presentó Juan Somavia entonces director general de la OIT ante la Asamblea General de dicha organización. Con él se quiere expresar lo que debería ser un buen trabajo o un empleo digno. Se relaciona con la posibilidad de desarrollar las propias capacidades, con el respeto a los principios y derechos laborales fundamentales. Un trabajo que permite un ingreso justo y proporcional al esfuerzo realizado, sin discriminación de género o de cualquier otro tipo, que se lleva a cabo con la protección social adecuada y que respeta las reglas del Diálogo Social y de la Negociación Colectiva.
En la memoria a la que me he referido Somavia lo caracteriza con cuatro objetivos estratégicos:
• Normas y derechos en el trabajo
• La creación de empleo y fomento de empresas
• La protección social
• La gobernanza y el diálogo social.
Estos objetivos se enmarcan en metas más amplias como son: la inclusión social, la erradicación de la pobreza, el fortalecimiento de la democracia, el desarrollo integral y la realización personal.
El trabajo decente se ha convertido en un objetivo universal y ha sido integrado en las más importantes declaraciones de derechos humanos, las Resoluciones de la ONU y los documentos finales de las principales conferencias.
Se ha incorporado a la Agenda 2030 como uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, concretamente en el octavo cuya finalidad es “promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos.”

LA GLOBALIZACIÓN, LA CRISIS ECONÓMICA Y LAS RELACIONES LABORALES
No es casualidad la preocupación mostrada por el Director General de la OIT Juan Somavia. Estamos en la década de los noventa del siglo pasado cuando la Globalización era un hecho consumado en el Mundo.
Un concepto, el de la Globalización, relacionado con la internacionalización de los mercados, la deslocalización de las empresas, el intercambio de bienes y servicios a nivel mundial, la aparición de los países emergentes y la competencia entre estos y los ya desarrollados .
También eran patentes las consecuencias que estaba teniendo en todos los órdenes de la vida: económico, cultural, político y cómo no en el terreno de las relaciones laborales y la influencia en la calidad del empleo.
En este último concepto es en el que me voy a centrar: la diferente incidencia, según países, de la Globalización en el empleo.
La competencia entre los países emergentes y los desarrollados, en la práctica ha supuesto la competencia entre países con escasa legislación laboral, y con ausencia o, poca presencia, de derechos sociales y de seguridad, que propicia un empleo precario, con bajos salarios, largas jornadas laborales, trabajo infantil, etcétera, con otros que, aunque, habían tenido un amplio desarrollo de su legislación laboral y el consecuente reconocimiento y ampliación de sus derechos laborales y sociales, en ese momento, producto de esa competencia veían cómo se reducía el empleo y las condiciones asociadas al mismo.
En conclusión, teníamos unas personas que accedían a un trabajo aún no decente y otras que lo perdían o que veían reducida su calidad. El empleo ya no era garantía de inclusión social y de acceso a una vida digna. No es casual, por tanto, que desde la OIT se pusiera sobre la mesa el problema, se tratara de concienciar sobre él y se propusieran alternativas.
Esta situación se enmarcaba en un contexto de desregulación financiera y de los mercados y de abandono paulatino de la iniciativa política para dejar en manos de la economía las riendas de nuestro futuro. Iniciada en 1971 por Richard Nixon con la ruptura del acuerdo Bretton Woods, continuada con la derogación de la Ley Glass-Steagall en 1999 por Clinton, que dieron lugar a lo que se denomina “economía de casino”, con hipotecas subprime incluidas.
No voy a entrar en un análisis exhaustivo de la evolución política y económica a partir de ese momento, pero lo cierto es que nos encontramos en 2007 con la quiebra de algunos bancos menores en Estados Unidos y la más importante de Lehman Brothers en 2008.
Es el momento que todos conocemos como el estallido de la Gran Crisis Económica cuyas consecuencias y las de las medidas para superarla estamos sufriendo.
En su obra “¡Acabad ya con esta crisis!” el premio Nobel de Economía Paul Krugman distingue dos etapas en la forma en la que los gobiernos principales del mundo afrontan el problema surgido con la Crisis:
• Una primera fase, que se aplica en los meses siguientes al descalabro de Lehman Brothers, en la que se obedece a la experiencia histórica y a las lecciones aprendidas de la Gran Depresión de 1929 en la que se pretende “compensar el hundimiento repentino del gasto privado, y pasar a desarrollar políticas monetarias y fiscales expansivas – con más gasto, menos impuestos y la impresión de grandes cantidades de base monetaria -, esforzándose por limitar los daños.”
• Y otra a partir “de 2010 cuando ocurrió algo extraño: una gran parte de la élite gestora del mundo – los banqueros y los funcionarios financieros que definen el saber convencional – decidió arrojar por la borda los manuales y las lecciones de la historia y declaró que lo poco era mucho. Sin apenas transición, se puso de moda reclamar recortes del gasto, incrementos de impuestos y tasas de interés más elevadas, a pesar de las descomunales cifras de desempleo.”
Creo que en esta sala todos y todas no identificamos con esos momentos e inmediatamente los relacionamos con las medidas que puso en marcha el presidente José Luis Rodriguez Zapatero, en un primer momento, y el cambio de rumbo al que fue obligado en aquel nefasto mayo de 2010. Tengo que decir, en honor a la verdad, que nuestro Gobierno Vasco presidido por Patxi López procuró, con sus lógicas limitaciones, mantener la línea de la primera fase de respuesta a la crisis garantizando asimismo que no hubiera recortes en las materias sociales básicas e incrementando además el i+D+i al 2%.
Esta política no fue global, pues en Estados Unidos, por ejemplo, Obama puso en práctica políticas fiscales expansivas y entre 2007 y 2012 la Reserva Federal destinó 979 mil millones de dólares a comprar directamente bonos del Tesoro, mientras que el Banco Central Europeo lo hizo en proporciones muy inferiores, pues tan solo destinó 201 mil millones de dólares, que, además, se canalizaron a través del sistema financiero privado, con lo que los inversores fueron los únicos beneficiarios de la medida.
Los resultados han sido dispares. Mientras que las políticas expansivas aplicadas en Estados Unidos han tenido un efecto positivo haciendo que el PIB se incrementara en 2010 en un 3%, un 1,8% en 2011, un 2,2 % en 2012 y un 1,9 % en 2013; el invento europeo de la austeridad-expansiva ha resultado absolutamente falso, pues en los mismos años los crecimientos del PIB en la zona euro han sido del 1,9%, del 1,6 % en 2010 y 2011 y decrecimientos del 0.6 % y del 0.4 % en 2012 y 2013. Dicho de otra manera en Estados Unidos se ha generado crecimiento y en la zona euro contracción de la economía.
Pero las consecuencias en Europa han tenido, también, una repercusión social y política muy grande. Junto con la austeridad fiscal impulsada para toda la zona euro, se impuso a los países con problemas de financiación exterior una desregulación laboral o “contrarreformas laborales” que han conllevado precarización y devaluación salarial, que está teniendo efectos negativos como son, entre otros, el incremento del desempleo, el aumento de la pobreza y la desafección por parte de la ciudadanía hacia Europa como proyecto político.
Esta política traducida a precarización y a devaluación salarial agresiva en los países que han necesitado financiación externa, basada en una consideración errónea como que los países con altos déficits eran países derrochadores, que “vivían por encima de sus posibilidades”, se ha confirmado como otra grave equivocación.
Tampoco, en ese caso, se tuvo en cuenta lo que Keynes mantuvo hace sesenta años en Bretton Woods: “que tan desequilibrado era un país con déficits exteriores permanentes (sur de Europa), como uno con superávits exteriores permanentes (Alemania). Y, por tanto, que la solución a esos desequilibrios debía ser compartida”. Volviendo a Paul Krugman, no se tuvieron en cuenta las experiencias de la historia, los “popes” de la economía se pusieron a inventar, sesgados por prejuicios ideológicos reaccionarios, y estamos pagando, todos y todas, las consecuencias.
Perdonar si me he desviado algo del tema de la charla, pero me parecía necesaria esta pequeña reflexión sobre la crisis para poder hablar de sus consecuencias en el terreno de las relaciones laborales y en la calidad del empleo.
La situación actual en nuestro entorno más cercano, Euskadi, España, Europa, aún con matices y diferencias entre sus componentes puede caracterizarse, en general, por:
• Abandono del Diálogo Social
• Deterioro de la Negociación Colectiva y, consecuentemente, de las condiciones de laborales de las trabajadoras y trabajadores.
• Crecimiento de las tasas de desempleo.
• Incremento exponencial de la precariedad laboral y de la temporalidad en los contratos de trabajo.
• Grandes dificultades de los jóvenes para acceder a un empleo.
• Perpetuación de la discriminación de las mujeres en el ámbito laboral.
• Aparición de una nueva clase social: la que a pesar de tener empleo no superan, con sus ingresos, el umbral de la pobreza.
• Recorte en los servicios públicos básicos.
• Aumento imparable de la desigualdad.
A esta situación tendríamos que añadir las secuelas que nos dejará, por el acelerado desarrollo tecnológico, la llamada cuarta Revolución Industrial en el ámbito del empleo y de las relaciones laborales. Todavía es pronto para predecirlas pero creo que los datos que, en estos momentos tenemos, no nos dejan vislumbrar un futuro halagüeño al que será necesario encarar con cambios estratégicos en la formación para el empleo y en la búsqueda de nuevos nichos de trabajo.
La posible pérdida neta de empleos, los que generará la era de la robotización no cubrirá los que se pierdan por el mismo efecto; el incremento de la desigualdad, dejando al margen de la sociedad a quienes no accedan a las nuevas tecnologías, en definitiva un cambio de paradigmas notable, que van a obligar a repensar las relaciones, a todos los niveles, en nuestra sociedad.
Según el analista político británico Neal Lawson en su obra “Socialdemocracia sin socialdemócratas? Cómo puede recuperarse la izquierda” citada por Andrés Ortega en “La imparable marcha de los robots”:
“Hay que trabajar en favor de una visión de lo que constituye una <>. A lo que se suman otras tres necesidades: domar al capitalismo más allá de las fronteras, es decir, a la globalización; recuperar la confianza de la ciudadanía en la acción política; y construir nuevas alianzas para el cambio.”
En conclusión, es necesario un nuevo contrato social para gestionar esta situación y prepararse a los cambios que tenemos que enfrentar.
Por resumir: a la situación que preocupaba en 1999 al Director General de la OIT hay que sumar los devastadores efectos que, someramente, he descrito provocados por la Crisis de 2008 y a éstas las previsiones sobre el resultado de la Cuarta Revolución Industrial.
Momento, pues, para tomar conciencia y, sobre todo, en la medida de nuestras posibilidades actuar para que el Trabajo Decente no sea una quimera sino una realidad.
Como consejera socialista de un Gobierno de coalición, quiero aportar, quiero que los y las socialistas contribuyamos a conseguir el objetivo que se propuso Juan Somavia en 1999 y que se ha desarrollado posteriormente.
En el Departamento de Trabajo Y Justicia tenemos competencias, no plenas, para actuar en este terreno y lo vamos a hacer con decisión y firmeza.
Paso, en esta segunda parte de mi intervención, a describiros algunas de las acciones que ejecutaremos bien porque están en el Acuerdo Marco de Gobernabilidad, bien en el Programa de Gobierno para la XI Legislatura o porque han sido incorporadas en los diferentes Programas Marco o Planes Estratégicos.
El Acuerdo Marco de Gobernabilidad PSE EE/PNV tiene por título “Pilares para construir una Euskadi con más y mejor empleo, más equilibrio social, más convivencia y más y mejor autogobierno.” El Programa de Gobierno Euskadi 2020 se ha elaborado con una estrategia: “El Desarrollo Humano Sostenible”. Se ha aprobado, recientemente, por el Consejo de Gobierno el Programa Marco por “El empleo y la reactivación económica 2017-2020” y se está elaborando, con la participación de diferentes Departamentos, entre ellos el de Trabajo y Justicia, el “Plan Estratégico de Empleo 2017-2020”.
Los socialistas hemos impregnado con nuestras ideas políticas todos estos documentos y estamos comprometidos en los que han de culminarse. El Departamento de Trabajo y Justicia tenemos, además, un papel importante en la puesta en marcha y en el desarrollo de las iniciativas derivadas de estos acuerdos de gobierno.
Como sabéis el empleo es la prioridad de este Gobierno. Está perfectamente recogido en el Acuerdo Marco de Gobernabilidad, donde está considerado como el eje básico de la actuación política del conjunto del Gobierno. El reto es reducir las tasas de desempleo en nuestra Comunidad por debajo del 10%. En el reparto de competencias para conseguir el objetivo al Departamento de Trabajo y Justicia nos ha correspondido, precisamente, el que la creación de empleo en Euskadi esté imbuido de calidad. Por supuesto que vamos a colaborar para crear más empleo, pero siempre desde la perspectiva de que éste sea de calidad.
Pero para ello es preciso el cambio y la tansformación organizacional, con una decidida apuesta por una empresa más humanista y comprometida con las personas y con el desarrollo sostenible. Y para ello es fundamental articular formas de participación de los trabajadores y trabajadoras en las empresas. Una organización democrática de la empresa con participación de los trabajadores en la gestión, incrementa las relaciones de confianza, la calidad en el empleo, el sentido de pertenencia, la transparencia en la gestión y, consiguientemente, incrementa los niveles de productividad.
Como militante socialista asumo el reto con total satisfacción pues me va a dar ocasión para poder llevar a la práctica las ideas y políticas socialistas en un ámbito tan importante.
Y aquí quiero pasar de la teoría de la primera parte de mi intervención a describir, al menos someramente, lo que en el área de Trabajo quiero llevar a la práctica para que podamos decir con total determinación que los y las socialistas tomamos medidas, cuando asumimos responsabilidades institucionales, para que el Trabajo en Euskadi sea Decente.
MARCO PROPIO DE RELACIONES LABORALES
En Euskadi somos o hay quienes son, mejor dicho, muy dados a adjetivar cualquier marco con la palabra propio. Cuando esto ocurre se trata de minusvalorar las competencias estatutarias que tenemos o de relegar la resolución de los problemas al momento en que tengamos las “Plenas competencias” y lo digo entre comillas.
Yo creo que en Euskadi tenemos suficientes organismos de encuentro y diálogo permanentes como para propiciar unas relaciones laborales fluidas y eficaces para hacer de la Negociación Colectiva una herramienta que ayude a que el empleo adquiera más calidad. Si nos ponemos a ello podemos ser un referente en nuestro entorno.
Hace falta que pongamos en valor el papel del Consejo de Relaciones Laborales o del Consejo Económico y Social vascos. Son dos instrumentos creados y mantenidos por los poderes públicos, que tienen como misión facilitar el diálogo bipartito. Desde el Departamento de Trabajo y Justicia vamos a respetar la autonomía de las partes, pero vamos a impulsar su papel en la negociación colectiva.
Estoy convencida de que participar y dialogar en los organismos de representación tripartita como son OSALAN, HOBETUZ o LANBIDE dan un carácter altamente cualitativo a nuestras relaciones laborales. Seguiremos insistiendo para que todos los que tienen algo que decir participen en los mismos.
Queremos que en Euskadi todo trabajador o trabajadora pueda acogerse a un convenio firmado en nuestra Comunidad. Tenemos presentes las dificultades y las reticencias que muestran algunos de los actores principales, pero nosotros vamos a seguir apostando por la defensa del marco sectorial y territorial de la negociación colectiva, sin desmerecer la negociación en el seno de la empresa, conscientes de que la universalidad en el alcance de las mejoras se consigue en los marcos más amplios.
Los cuatro sindicatos más representativos y Confebask alcanzaron el pasado 17 de enero un acuerdo por el que se da prevalencia a los convenios que se firmen en Euskadi frente a los estatales, creemos que es un paso en la buena dirección, que ahora hay que llenar de contenido. Por nuestra parte vamos a favorecer todas las iniciativas que tengan como resultado ese fin.
Esto es lo que, desde mi punto de vista, define un Marco Propio de Relaciones Laborales. Si trabajamos en esta línea estaremos contribuyendo a lograr lo que Juan Somavia proponía en 1999 cuando planteó que una de las herramientas para conseguir un Trabajo Decente era el Diálogo Social.
DIÁLOGO SOCIAL
El Diálogo Social no es un invento de los y las socialistas vascas, es una fórmula que, como he comentado, surge de la Organización Internacional del Trabajo, pero fuimos los socialistas vascos, en el Gobierno del Lehendakari Patxi López quienes pusimos en marcha la Mesa de Diálogo Social. El equipo que me acompaña en el Departamento y yo misma estamos convencidos de la necesidad de impulsarla y completarla.
Una de las primeras decisiones que tomé cuando asumí la responsabilidad de dirigir el Departamento de Trabajo y Justicia fue la de reunirme con todos los agentes implicados en las áreas que iba a gestionar. En lo que corresponde a Trabajo me he reunido con las direcciones de los cuatro sindicatos más representativos y con Confebask, a todos he escuchado y a todos he transmitido que quiero que trabajemos juntos para alcanzar el mayor consenso posible en las materias que nos atañen.
A todos les he trasladado mi opinión sobre la importancia de que la Mesa de Diálogo Social sea el ámbito donde puedan plantearse todas las cuestiones que tienen que ver con la mejora de las condiciones de nuestro empleo. Para lograr un trabajo digno para todos y todas.
Nos vamos a empeñar en que en la Mesa estén todos los agentes representativos. La puerta estará permanente abierta para entrar en ella, pero se reunirá con quienes estén dispuestos a dialogar.
LUCHA CONTRA LA DISCRIMINACIÓN Y EL FRAUDE LABORAL
La crisis económica y las erróneas medidas adoptadas para afrontarla están evidenciando fallos en nuestro sistema de garantías, están poniendo de manifiesto los límites de nuestro Estado de Bienestar y, sobre todo, las intenciones de quienes, como la derecha, no han creído nunca en él y, ahora, ven una oportunidad para laminarlo.
Como en toda circunstancia histórica existen colectivos que son más vulnerables a los efectos negativos de aquélla. En nuestro Departamento, siempre dentro de las competencias que nos corresponden, estamos trabajando, ya, para tratar de mejorar la calidad del empleo. Pensamos que, además, de incidir en el conjunto, los mayores beneficiarios pueden ser tres colectivos particularmente: mujeres, jóvenes y trabajadores y trabajadoras de pequeñas y micro empresas.
Las mujeres que en las últimas décadas nos hemos ido incorporando al mercado de trabajo, si bien es cierto, que, en general, en peores condiciones que los hombres, hemos visto cómo los efectos de la crisis se han cebado especialmente en nosotras.
En Euskadi más del 55 % de las personas desempleadas son mujeres, la temporalidad, también, tiene una incidencia mucho mayor entre las mujeres, pues 7 de cada 10 contratos a tiempo parcial están firmados por mujeres. Por no hablar de la diferencia salarial, en Euskadi el salario medio de las mujeres es de 7.625 € menos que el de los hombres. Estos datos nos dan clara muestra de la discriminación que sufre la mujer en el ámbito laboral.
Los jóvenes son otro colectivo especialmente sacudido por la situación, mientras aumenta, significativamente, el nivel de formación de nuestra juventud, vemos cómo tienen muchas dificultades para acceder a un empleo; cuando lo obtienen es en condiciones, la mayoría, a tiempo parcial y con un salario medio que ronda los 1.000 €. En consecuencia nuestra juventud se emancipa de media a los 30 años y una mayoría tiene que depender económicamente de su familia.
Volviendo al inicio de mi exposición os recuerdo que uno de los objetivos que se marcaba la OIT con su propuesta de Trabajo Decente era la de asegurar los derechos laborales. Hoy estamos observando cómo muy cerca de nosotros se comenten fraudes laborales, que se basan, fundamentalmente, en no respetar las condiciones que se pactan y obligar al trabajador o trabajadora a saltárselas. Somos conscientes de que son los sectores con una estructura empresarial reducida los más propicios para cometer estos excesos, donde hay más desprotección, donde no se cuenta con representantes que puedan defender los derechos y donde apenas existen elementos de participación y negociación.
Para paliar esta situación ya he comentado antes la importancia de los convenios sectoriales y territoriales, pero en el Departamento de Trabajo y Justicia hemos tomado algunas decisiones encaminadas a luchar contra el fraude y la discriminación laboral.
En el Departamento partimos del análisis de la situación, la realidad es que de los 68.012 contratos firmados en enero de este año el 53,39 % lo han sido a tiempo parcial, hemos concluido que ese tipo de contrato, además de la precariedad que soporta, es el más propicio para cometer fraude. Por ello he implicado a los 38 inspectores (44 tras el concurso de traslados) y 14 subinspectores, que dependen del Departamento que dirijo, para que en el plazo de dos años revisen todos los contratos a tiempo parcial que existan en la Comunidad Autónoma. Nuestra intención es que se corrijan las posibles situaciones incorrectas. Queremos de esta manera contribuir a que el empleo mejore en calidad.
Pero, también, conscientes de que puede haber situaciones que no lleguemos a controlar, por el medio que he comentado, pondremos en funcionamiento, de forma inmediata, un buzón contra el fraude laboral. Lo concebimos como un instrumento que no sustituye ninguna de las responsabilidades que tenemos como Administración, es un complemento a la labor de la Inspección de Trabajo. Su razón de ser es posibilitar que aquellas trabajadoras y trabajadores que, por las circunstancias de su posición tienen dificultades para denunciar situaciones irregulares lo hagan por este medio. Vamos a recoger todas las denuncias que nos lleguen, vamos a comprobar su veracidad y vamos a actuar conforme a la ley.
Son medidas que nos van a permitir detectar posibles incumplimientos en materia salarial, en jornadas laborales realizadas; discriminaciones por razón de sexo, origen u otras circunstancias; localizar infracciones de las condiciones de trabajo en empresas con ERES. También, vamos a poner especial énfasis en acabar con el acoso laboral.
TRABAJO DE CALIDAD, TRABAJO SEGURO
Una condición básica del trabajo es que el trabajador o trabajadora, después de su jornada laboral, vuelva a su hogar en las mismas condiciones físicas y mentales con las que partió.
En Euskadi, dependiendo del Departamento de Trabajo y Justicia contamos con un organismo autónomo OSALAN (Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laboral), que constituye una herramienta fundamental para conseguir esa condición que he apuntado.
La prevención de los riesgos laborales y la seguridad en el trabajo son el resultado del compromiso compartido de los agentes sociales y de la Administración, así como de la toma de conciencia social de que el accidente laboral se puede y se debe evitar.
Una de las primeras decisiones que adopté al poco de tomar posesión de mi cargo fue la de constituir el Consejo General de OSALAN, que como sabéis tiene una composición tripartita y es uno de los órganos de participación y de concertación más importantes en el ámbito laboral de nuestra Comunidad.
La labor de OSALAN comienza con la formación de los delegados y delegadas de prevención de nuestras empresas (1754 datos año 2016: 882 área normativa y 872 área técnica), apartado al que dedicamos un presupuesto importante y continúa con la inspección de los lugares de trabajo para asegurarnos que éste se realiza en condiciones óptimas de seguridad. Asesoramos a empresas y sindicatos en todo lo referente a la prevención y a la seguridad y salud laboral. Nuestro objetivo es convertir estas materias en un rasgo cultural de la sociedad vasca. Una característica más de que el trabajo que se desarrolla en nuestras empresas es decente y asociando que la característica primordial de un trabajo de calidad es un trabajo seguro.
Pero aún contamos con dos elementos fundamentales para conseguir que Euskadi sea un referente de Trabajo Decente en nuestro entorno.
LA ECONOMÍA SOCIAL Y LA RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA, EL TRABAJO AUTÓNOMO.
La Economía Social ha sido, históricamente, una alternativa a la economía liberal de mercado y a la economía planificada. Una alternativa muchas veces impulsada por socialistas. Los y las socialistas siempre hemos aspirado a unas relaciones dentro de la empresa en las que primen las personas y a que se instaure una participación democrática de los trabajadores y trabajadoras en la gestión de las mismas.
La creación por impulso de socialistas eibarreses de la cooperativa ALFA allá por el año 1920 es un hito y una referencia ineludible para entender el compromiso de los socialistas con la economía social.
Hoy cuando la crisis está haciendo mella en nuestra sociedad el impulso de la Economía Social cobra más relevancia, si cabe. El propio concepto de la Economía Social va asociado a la idea de progreso y de distribución de la riqueza. Sus empresas son fruto del esfuerzo y de la actitud emprendedora.
Son entidades socialmente responsables, en línea con lo que promueve la Comisión Europea, y en perfecta sintonía con los principios del Trabajo Decente, a la vez que desarrollan un papel clave en el desarrollo local. La Economía social supone un paso adelante en la participación y democratización de la empresa. La doble condición de trabajador y empresario hace más fácil la visión de la empresa como una unidad social de generación de riqueza, que satisfaga a los intereses de todos los que participan en ella.
Como no podía ser de otra manera la Dirección socialista del Departamento de Trabajo y Justicia vamos a mantener e incrementar las acciones a llevar a cabo para el desarrollo de la Economía Social en Euskadi. No es casualidad que, en tiempos presupuestarios nada boyantes, hayamos aumentado el presupuesto de la Dirección de Economía Social de nuestro Departamento.

Estamos impulsando la creación de nuevas empresas de economía social y la consolidación y desarrollo de las existentes en todos los sectores económicos, apoyando la constitución de consorcios y redes de cooperación para reforzar su capacidad de actuación, a través de los programas de ayudas para Emprender en Economía Social, de consolidación de estructuras y de intercooperación. Todos ellos tendrán su particular convocatoria una vez que se han aprobado los Presupuestos de nuestra Comunidad.

Continuamos dando apoyo a este sector en materia de innovación, calidad, transferencia tecnológica e implantación de las tecnologías de la información, mediante los programas de Asistencia Técnica.

Se divulgará la formación e información de la economía social en todos los niveles y ámbitos educativos manteniendo el programa de ayudas a la Formación en Economía Social.

Todo esto lo estamos haciendo afianzando y consolidando nuestra relación con las organizaciones representativas del sector. Es en este ambiente de cooperación y de franca relación y espíritu participativo en el que quiero que se elabore el proyecto de Ley de Cooperativas que esperamos culminar en un texto a finales del 2017, para su envío al Parlamento Vasco en el primer semestre del 2018.
La implicación de empresas y organizaciones con la Responsabilidad Social de Empresa supone un paso más allí del Trabajo Decente.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Responsabilidad Social Empresarial es “la manera en que las empresas toman en consideración las repercusiones que tienen sus actividades sobre la sociedad y en la que afirman los principios y valores por los que se rigen, tanto en sus propios métodos y procesos internos como en su relación con los demás actores.”
Alcanzar los objetivos marcados por el Trabajo Decente es una exigencia, implantar políticas de Responsabilidad Social es una fórmula para que las empresas devuelvan a la sociedad lo que la sociedad les aporta. Es una iniciativa voluntaria, que implica un comportamiento socialmente responsable y que trasciende el cumplimiento de las leyes que afectan al mercado. Las actividades que puedan desarrollar las empresas en materia de Responsabilidad Social Empresarial no reemplazan el papel asignado a las autoridades públicas, ni a la negociación colectiva, ni a las relaciones de trabajo.
Entendemos que una sociedad moderna, implicada con su tiempo y resuelta a solucionar los problemas que le atañen, debe contar con un entramado empresarial comprometido con esos objetivos y una manera de conseguirlos es abordando políticas de Responsabilidad Social.
El Departamento de Trabajo y Justicia somos los responsables de promover la cultura de Responsabilidad Social Empresarial en nuestras empresas. Para nosotros es importante incidir en la transparencia como herramienta para conseguir la implicación de los diferentes estamentos de la empresa en su desarrollo.
Por decirlo de otra manera, entiendo la Responsabilidad Social de Empresa como el remate a una política de consecución de los objetivos del Trabajo Decente.
No quiero acabar este apartado sin mencionar a los trabajadores y trabajadoras autónomos. Por una parte el emprendizaje de nuestros autónomos que tenemos que aplaudir y apoyar sin duda, con medidas que hagan posible que un fracaso sea una experiencia y no el fin de iniciativas nuevas. Por otra valorando que la crisis ha hecho que muchas personas hayan perdido su trabajo en una empresa al uso y han tenido que recurrir a su iniciativa, a su capital, la mayoría de las veces escaso, para poder ejercer una actividad económica que les permita una vida digna, cuando no un medio de subsistencia. Dentro de las competencias del Departamento estamos manteniendo relación con los representantes de las organizaciones de autónomos de Euskadi para tratar de apoyarles y de poner en valor su esfuerzo.
Amigas y amigos éstas son las ideas y, sobre todo, la práctica que estamos desarrollando y que vamos a mantener a largo de toda la legislatura en el Departamento de Trabajo y Justicia. Soy consciente de lo que supone trabajar en un Gobierno de coalición con otro partido que no tiene la misma ideología que los socialistas, pero estoy resuelta a que en un asunto tan importante como es el Trabajo, el Empleo, quede bien nítida la impronta socialista. Estoy plenamente decidida a contribuir con mi esfuerzo y el de todo mi equipo a que en Euskadi podamos levantar bien alta la cabeza hablando de Trabajo Decente o de Empleo Digno y que los y las socialistas hayamos sido artífices de los logros alcanzados.
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